El traje del oficinista promedio es azul marino y tiene rayas. Las mujeres se ponen rubor justo debajo de los ojos. Hombres y mujeres llevan una toalla para secarse la transpiración (o las manos, en el baño público, evitando mojar la manija de la puerta, que puede ser incómodo para quien entre después). Aunque no lo señalen de manera explícita, hay cadenas de restaurantes donde concurren hombres y casi nunca las mujeres, especialmente por la noche, cuando puede ser algo bochornoso. Muchas revistas y folletos tienen los títulos escritos en inglés pero los textos están en japonés. En las estaciones de subte, se pueden escuchar diferentes cantos de pájaros electrónicos. En los baños públicos, hay un botón cuya función es hacer sonido. (Se trata de la solución que encontraron al derroche del agua que muchas veces es utilizada para tapar situaciones sonoras incómodas dentro del toilette.) En los supermercados, al lado de los envases de higiene personal y limpieza del hogar, hay unos frascos con la fragancia de cada producto. (No todo el mundo quiere esperar a saber cómo olerán sus pisos o sus axilas). En las heladeras de los kioscos, las bebidas frías están en las góndolas inferiores y las calientes, en las superiores. Tokyo, la ciudad donde vi un hombre de más de 70, con anteojos y sombrero, abriendo el paquete de su nuevo selfie stick.